Pepino y tomate los reyes del mediterráneo en verano
Si hay que elegir dos hortalizas mediterráneas estivales, sin duda pepino y tomate los reyes del mediterráneo en verano. Aunque en septiembre estemos casi diciéndoles adiós, aún podemos seguir disfrutando de estas dos joyas, conozcamos un poquito más sobre ellas.
El PEPINO
El pepino forma parte de la historia culinaria de la cuenca del mediterráneo desde hace siglos; griegos, romanos, sirios, persas y bizantinos ya hablaban en sus textos de las virtudes del pepino, su alta composición en agua junto con un equilibrado aporte de minerales hace de este vegetal el aliado perfecto para las deshidrataciones que se pueden producir por la altas temperaturas veraniegas en nuestras latitudes.
Su sabor neutro hace que combine bien con casi cualquier ingrediente, por eso es fácil encontrarlo es diferentes salsas, ensaladas y bebidas.
Las calorías que aporta son 12 por cada 100 g, esto le convierte en un alimento ligero y digestivo, tan solo hay que tener cuidado con aquellos pepinos que están mal recolectados y presentan una pulpa muy dura, esa cantidad de celulosa puede convertir al pepino en un alimento indigesto.
Por otro lado la cantidad de agua que presenta un pepino es de 95,7 g por cada 100 g de producto, esto quiere decir que básicamente es agua, refrescante, ideal para el verano.
Además del agua la composición mineral del pepino es muy buena: tiene calcio, potasio, magnesio y fósforo.
¿Qué nos indica esto? Que la rehidratación que sentimos al comer un pepino en verano es real y directa; la célula equilibra el agua extracelular e intracelular gracias en parte al potasio que presentan los alimentos, el pepino nos aporta 150 mg. por cada 100 g. de producto.
Queda mencionar también un contenido nada despreciable de vitamina C (5 mg. / 100 g.) antioxidante capaz de reponer a nuestras células de los estragos del sol.
El pepino crudo, en gazpacho, en ensalada, con un poquito de sal, con yogur… cualquier opción es buena. Nos cuidamos, nos hidratamos y disfrutamos ¿Qué más se puede pedir?
EL TOMATE
Hasta el nombre de su familia del reino vegetal (solanáceas) nos indica que es uno de los reyes del verano, de la época de sol y calor. Sólo crece con estas condiciones, al igual que sus hermanas solanáceas: berenjena y pimiento.
Pero no siempre ha sido un alimento mediterráneo… hay evidencias que sustentan que el tomate tendría como centro de origen las tierras altas de la costa occidental de Sudamérica. Posteriormente y después de la conquista de América el tomate se introdujo en Europa y se convirtió en un símbolo de la cultura gastronómica mediterránea.
Si hay que destacar una propiedad del tomate esta es sin duda la cantidad de licopeno que presenta. El contenido en licopeno aumenta con la maduración de los tomates y puede presentar grandes variaciones según la variedad, condiciones del cultivo, tipo de suelo, clima, tipo de almacenamiento, etc.
La cantidad de licopeno en los tomates está alrededor de 3000 µg. /100g. y en los de «tipo pera» es más de diez veces esa cifra. De forma general, el contenido de licopeno es menor en los tomates cultivados en invernadero, en cualquier estación, que en los tomates producidos al aire libre durante el verano, así como también el contenido de licopeno es menor en frutos que se recolectan verdes y maduran en almacén en comparación con los frutos madurados en la tomatera.
El licopeno es un pigmento carotenoide de color rojo intenso y aunque es químicamente un caroteno, no tiene actividad de vitamina A, posee propiedades antioxidantes, y actúa protegiendo a las células humanas del estrés oxidativo, producido por la acción de los radicales libres, que son uno de los principales responsables de las enfermedades cardiovasculares, del cáncer y del envejecimiento. Además, actúa modulando las moléculas responsables de la regulación del ciclo celular y produciendo una regresión de ciertas lesiones cancerosas y de próstata.
Al igual que el pepino es un alimento hipocalórico (19 kcal. /100 g.) y con un alto contenido en agua (93,9 g. de agua / 100 g.), esto significa que puede refrescarnos e hidratarnos al igual que lo hace el pepino.
Su color rojo nos encandila y alegra cualquier plato, no hay plato estival que no presente el rojo del tomate, en cualquiera de sus variedades: cherry, de pera, redondo, raft…. su sabor puede variar desde el ácido al dulce y su carne puede ser dura y compacta o suave y acuosa, esta variabilidad hace del tomate una fuente de creatividad constante en platos del verano.
Pero además, para aprovechar el sol, las culturas mediterráneas antiguas empezaron a secar en el verano las hortalizas que nos daba la tierra y encontraron en la deshidratación la mejor manera de conservar un producto estival en el invierno, manteniendo casi todas sus propiedades (salvo la vitamina c que es hidrosoluble y se va en el secado) y así a día de hoy podemos disfrutar de un producto de temporada fuera de temporada, con un sabor curado al sol bastante especial. Un ejemplo de estos productos secos al sol es el tomate seco, muy reconocido en la gastronomía actual de vanguardia y un símbolo de nuestro querido sol mediterráneo.